A construir el conocimiento científico y tecnológico en la lengua materna: desmitificando prejuicios con la teoría y la experiencia
© Róbinson Rodríguez Pérez
Primero que nada, quisiera agradecer a las
doctoras Amparo Ortiz Acosta, Elsa Arroyo Vázquez y Lianny Ortiz por la
invitación que me hicieran a este foro que interpreto como la continuación de
la agenda que se trazó en la Semana de la Lengua del 2009 titulada
"Lengua, Poder y Derechos Lingüísticos." Esta agenda es de suma importancia, pues
confronta uno de los retos más serios que enfrenta la educación superior
pública en el país, la de proveer igualdad de oportunidades a todas las y todos
los que muestren excelencia académica. Todas
y todos conocen el alza descomunal y atropellante en los costos de la matrícula
que dictatorialmente se ha impuesto y que ya ha dejado fuera de la Universidad
de Puerto Rico a sobre 10,000 estudiantes.
Sin embargo, pocas y pocos han llamado la atención sobre la otra amenaza
que pone en riesgo las probabilidades de miles de nuestras y nuestros
estudiantes de completar satisfactoriamente sus estudios universitarios: la amenaza de imponer la enseñanza
universitaria en un idioma que nos es extraño y nos es extranjero y que, por
supuesto, para la gran mayoría de nosotras y nosotros no es ni nuestra primera,
ni nuestra segunda lengua, el inglés.
Hoy no vengo a hablar a favor de la
construcción del conocimiento científico y tecnológico en la lengua materna,
sino a desmitificar los argumentos más escuchados a favor de hacer lo contrario
(y por supuesto a advertir sobre las consecuencias de esto). Mis argumentos serán en gran medida de corte
testimonial y basados en el concepto del ejercicio del poder según esbozado por
la corriente sociológica de la teoría del
conflicto.
Existen cuatro mitos principales sobre los
cuales descansa la idea de imponer la enseñanza en un idioma diferente a la
lengua materna. El primero es la
supuesta superioridad del lenguaje del invasor colonial. Sobre este primer mito no hay que elaborar
mucho, pues no creo que en este auditorio haya alguien que se atreva a
cuestionar la trayectoria, el alcance y la riqueza del idioma español. Por lo tanto, me limitaré a referirles al
trabajo de Ngugi wa Thiongo quien ha escrito extensamente sobre colonialismo
lingüístico.
El segundo mito es uno que se viene
escuchando mucho en los pasillos del Recinto (recuerden, soy sociólogo) que
plantea que enseñar (y por consiguiente aprender) en inglés nos provee una
ventaja comparativa, especialmente a las y los que estamos en disciplinas
científicas y técnicas. Esto es
falso. En mis años de estudios graduados
(lo que sigue siendo cierto hoy día) un por ciento altísimo de las y los
estudiantes más destacados en las universidades de los Estados Unidos provenían
de estados y naciones donde el inglés NO es la lengua materna y mucho menos la
oficial. Lo que nos llevó a ser
admitidos y lo que nos garantizó el éxito fueron las bases teóricas robustas,
tanto clásicas como contemporáneas, con las que llegamos, la capacidad de
formular pensamiento crítico, así como la de sacrificio y, sobre todo, la de
mostrar disciplina y resiliencia. Esto
parece tonto plantearlo, pero créanme que muchos que hablaban inglés mucho
mejor que nosotros por ser el inglés su lengua materna nunca fueron admitidos a
universidades estadounidenses (y de los que fueron admitidos otros tantos
fracasaron).
Hoy día más que nunca, las instituciones de
mayor prestigio valoran el atraer las mejores mentes, independientemente de la
lengua materna del intelectual, y proveen mecanismos para que éstas y éstos
puedan desempeñarse y contribuir al acervo intelectual de la institución. Lo que estamos viendo en Mayagüez con el
reclutamiento del nuevo personal docente es todo lo contrario. Cuando una convocatoria de empleo establece
"English required, Spanish desirable" en una Institución que está
supuesta a servir a un pueblo cuya lengua materna es el español, lo que está
ocurriendo no es un acomodo razonable para el talento a reclutar, sino el
sometimiento y la claudicación total a la lengua extranjera y extraña.
Creyendo promover la excelencia cuando
obligan a usar la lengua extranjera, quienes lo hacen están obviando y negando
que somos en esencia un pueblo hispanoparlante, ninguna otra cosa, no importa
lo que digan las leyes, no importa lo que queramos imaginarnos. En Puerto Rico, las puertorriqueñas y los
puertorriqueños sufrimos y gozamos, y, por qué no, enseñamos y aprendemos en español. Las consecuencias de imponer una lengua
diferente a la materna en la enseñanza superior será inevitablemente el
fracaso, como lo fue el intento de imponer el "English only" en el
sistema escolar en el siglo pasado.
Muchísimas mentes brillantes en Puerto Rico se podrían desperdiciar si
se impone el requisito del inglés como idioma de estudio. Si continuamos estudiando en español,
difícilmente se perderá ninguna.
El tercer mito es eso que dicen por ahí de
que el inglés es el idioma de las ciencias y la tecnología o, puesto de otra
forma, que la creación del conocimiento técnico y científico ocurre únicamente
en inglés. Siempre recuerdo con alegría
una interacción con un compañero de estudios que luego se convirtió en déjà vu.
En el curso de Teoría Política Clásica,
llevé mi ejemplar de La República de Platón en español y mi
compañero me dijo: "¡Hey dude, Plato in Spanish, cool ah!!! I didn't know it was published in Spanish,
ah!!! Mi respuesta fue, creo que también
ha sido publicado en griego. Lo mismo
pasó en el de Teoría Política Moderna y Renacentista con El contrato social de Jean Jaques Rousseau (creo que ha sido
publicado en francés) y en el curso de Teoría Política Contemporánea con El capital de Karl Marx (creo que ha
sido publicado en alemán).
Una vez más, parece tonto tener que
plantearlo, pero sí, los franceses y suizos crean conocimiento científico y
tecnológico en francés, los alemanes en alemán, los españoles e
hispanoamericanos en español y así sucesivamente, cada cual con su lengua
materna. Muchos intelectuales
estadounidenses y europeos para los cuales el español no es su lengua materna,
tales como Noam Chomsky, James Petras y Andre Gunder Frank (por mencionar los
conocidos personalmente) han hecho un esfuerzo genuino por aprender y conocer
el idioma de sus sujetos de estudio y han producido trabajo intelectual
directamente en español o se han asegurado que sus obras estén disponibles al
mundo hispanoparlante.
Sólo a las y los colonizados se les hace
pensar que utilizar su lengua materna es sinónimo de ser tontos, estúpidos,
inferiores, o como se está tratando de hacer pensar en Mayagüez, no aptos para
el manejo o la creación del conocimiento científico y tecnológico. A lo que deberían estar dedicadas nuestras
energías primeramente sería a fortalecer las destrezas de pensamiento crítico, al
dominio conceptual de las materias de estudio y al dominio del lenguaje no
coloquial, el riguroso, sistemático y académico, o sea, el lenguaje de las
ciencias no importa el idioma.
El compañero y apreciado maestro Dr. Manuel
Maldonado Denis insistía en que nuestra redacción no fuera coloquial, sino
educada y elegante, que siempre reflejara a lo que aspiramos, lo que en esencia
somos. Uno de los primeros trabajos que
redacté en inglés en escuela graduada, si no el primero, me fue devuelto con
decenas de observaciones con las siglas AKW que no correspondían a la alta
calificación que obtuve. Al conversar
con el profesor de la clase me dijo que mi redacción era "Awkward, but
scholarly." Aún con mi pobre
dominio del inglés, sabía que la palabra torpe al lado de académico era un
oxímoron. Al disculparme y decirle el
famoso "I'm sorry" característico de los puertorriqueños, me
contestó: "Don't be sorry, you'll be sorry if you wouldn't know the
material." En ese momento sentí que
los muchos malos ratos producto de las cada vez más altas exigencias de Manolo
habían logrado algo en mí.
En su ponencia hace dos años en el RUM,
Ngugi nos lleva a un punto que debemos considerar, el del ejercicio del poder,
que nos permitirá deslegitimizar un cuarto mito.
Las ciencias políticas han llegado a la
conclusión de que el poder no es una cosa sino una acción. O sea, no es un objeto, sino una acción; por
eso hoy día hablamos del ejercicio del poder.
Este consiste en lograr que una persona o grupo de personas actúen de
acuerdo a la voluntad de quien ejerce el poder, aún en contra de la voluntad de
los primeros. La preocupación que
plantea la Dra. Amparo Ortiz en su
ponencia Construir el conocimiento
tecnológico y científico en la lengua materna:
¿Deber del profesorado o derecho del estudiantado? es precisamente una denuncia de esto. Es una preocupación genuina ante una
imposición colonial, no justificada ni validada que atenta contra las
aspiraciones de excelencia académica de un número considerable de nuestras y
nuestros mejores estudiantes. El
pretender que el dominio del inglés como idioma principal, o primer idioma, sea
un requisito que pueda afectar la capacidad de algún estudiante de aprobar un
curso es un crimen cultural y es un crimen de clase hacia nuestro estudiantado.
Es una negación de nuestra realidad sociopolítica y socioeconómica.
A las y a los que estén confundidos les
aclaro que Puerto Rico NO es parte de los Estados Unidos. La propia Corte Suprema de los Estados Unidos
definió la condición política de nuestra nación cuando en 1901 en el caso
Downes Vs. Bidwell el tribunal supremo declaró que:
Puerto Rico "belongs to but it is not a part of the United
States." Dicho en nuestra lengua materna: "Puerto Rico pertenece a, pero no es
parte de los Estados Unidos."
El mito final es plantear que el defender
el derecho a la construcción del pensamiento científico y tecnológico en la
lengua materna es sinónimo de oponernos al aprendizaje de una segunda o tercera
lengua. De hecho, quienes se han opuesto
institucional e históricamente al bilingüismo son los Estados Unidos. Un chiste muy común cuando estudiaba en los
Estados Unidos solía ser: "¿Cómo se
conoce a una persona que domina tres idiomas?
Trilingüe. ¿Cómo se conoce a una
persona que habla dos idiomas? Bilingüe. Y ¿cómo se conoce a una persona que solamente
habla un idioma? Estadounidense. Lo cierto es que las cosas están cambiando y
en los Estados Unidos a pesar de todas las leyes que lo han prohibido y lo han
desalentado, hoy día cerca de 50 millones de personas hablan el español como
lengua materna y cerca de 10 millones más lo están aprendiendo como segundo
idioma. Después de México, el lugar del
planeta donde más personas hay hispanoparlantes es los Estados Unidos de
Norteamérica.
Nuestra postura no es oponernos al
bilingüismo, todo lo contrario, es garantizar que estudiantes exitosos y
capacitados puedan tener la libertad de aprender una segunda o tercera lengua,
sin ser impuesta y sin poner en riesgo su desempeño académico y las
posibilidades de convertirse en personas productivas para nuestra sociedad
puertorriqueña.
Finalizo con una anécdota. Mi hermano, que es profesor de Administración
de Hoteles y Restaurantes en la UPR en Carolina, tiene un talento especial para
los idiomas y se destacó particularmente en el inglés. Sin embargo, al decidir estudiar Artes
Culinarias y Administración de Hoteles y Restaurantes, decidió asistir a la
mejor escuela culinaria del mundo y él determinó que ésta era una en París,
Francia. Su doctorado lo obtuvo en
Buenos Aires, Argentina. Es común oírle
decir que el inglés no le ha servido de mucho, que debió haber dedicado ese
tiempo a estudiar francés o argentino que son lenguas que sí le han dado dolor
de cabeza.
(Róbinson Rodríguez Pérez tiene un doctorado en Sociología Rural y es profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.)
(Róbinson Rodríguez Pérez tiene un doctorado en Sociología Rural y es profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.)